Presentación La canción de Cádiz
Año 1.997. Concretamente el 31 de octubre de uno de esos días que no te puedes creer la caló que hace todavía. A eso de las 8 de la tarde llegaba Tino Tovar a la Caleta, libreta en mano. Se le veía fatigado y preocupado. Necesitaba una letra para su comparsa y no tenía ná. Llevaban un mes con el pasodoble de medía y un principio de presentación que no terminaba de cuajar. Como último recurso, probó a ir al mercado, a ver si algún cochino disfrazado de político le sugería algún verso, pero fue una pérdida de tiempo. Lo único que logró apuntar en su libreta, con doble subrayado fue: "El día de los Tosantos". Y con eso, desesperado, se fue a la Caleta. No creía en supersticiones, pero si tanto poeta se reunía allí con las musas, a lo mejor él también tendría esa suerte. Se dio un paseo por la orilla, mirando las barquillas y las gaviotas, la mar quieta, el Sol derramándose en el agua, una parejita fumando en las columnas del balneario, un viejecito haciendo footing, dos chavales con un cubo de cangrejos y una guitarra. "Estos son viñeros", se dijo. Pero nada le daba un verso. Siguió recorriendo la playa hasta que se chocó con el camino que lleva al Castillo de San Sebastián. Miró hasta el final del puente y tragó saliva. Echó un vistazo a su alrededor y solo encontró a un señor disfrutando de las vistas pegado a la muralla derecha del camino. Al menos no habría mucha gente presenciando el ridículo si no lo conseguía.